La Isla del Cerrito y Sus Orígenes
La Isla del Cerrito, fue desde el comienzo de los tiempos históricos, lugar de encuentros de las distintas etnias que habitaron la región. Los grandes ríos Paraná y Paraguay, fueron los límites naturales de las dos principales corrientes aborígenes que poblaron la Cuenca del Plata: los guaraníes (amazónicos) y los chaquenses (pámpidos).
La riqueza ictícola fundamentalmente y el tipo de clima y suelo fueron los principales atractivos para que los indígenas se afincaran en las zonas ribereñas de los principales ríos y afluentes.
El primer hombre blanco que llegó hasta la Isla fue Alejo García en 1521. García, un sobreviviente de la expedición de Juan Díaz de Solís, motivado por la leyenda de la existencia de una "montaña de oro y plata" en dirección aguas arriba del "Mar Dulce", remontó el Paraná y al llegar a la confluencia, luego de unos días de descanso en el Cerrito, decidió remontar el Río Paraguay, acompañado por numerosos indios guaraníes penetraron la zona del Gran Chaco, pero todos fueron muertos por los payaguaes (chaquenses belicosos).
A comienzos de 1527, llega a éstas tierras el Piloto Mayor de España, Don Sebastián Gaboto quien había partido del puerto de San Lucas de Barrameda con 210 hombres a bordo. Cuando la flota llegó al Río de la Plata, otro sobreviviente de la expedición de Solís -Francisco Del Puerto- le informó que los naturales de la zona sabían de la existencia de oro y plata, en una lejana zona inhóspita a la que se podía lIegar, primero por agua y luego por tierra.
Tentado Gaboto, decide remontar el Paraná luego de fundar un fuerte al que denominó Santi Spiritu (Espíritu Santo), llegando hasta la confluencia el 1° de febrero de 1528.
En la Isla del Cerrito anclan durante quince días, debiendo en ese interín sofocar un motín luego de una discusión con sus lugartenientes sobre la conveniencia de continuar la expedici6n por vía terrestre o fluvial; un cabecilla de la revuelta fue colgado en lo mas alto del terreno, e inmediatamente, Gaboto envía a Miguel de Rigos en misión de reconocimiento del Río Paraguay, penetrando el Bermejo hasta la isla Nacurutú, pero los naturales del lugar (chaquenses) lo obligaron a regresar al Cerrito.
Mientras tanto, otro grupo fue enviado por tierra en busca de víveres; éstos, a cuyo frente se encontraba Luis Ramírez, encontraron una población de indios Guaraníes en una zona llamada Itatinguâ (actual Itatí) los que les brindaron hospitalidad y alimentos para regresar al Cerrito.
Poco tiempo después, el conjunto de la expedición retomó el Río Paraguay, esta vez hasta la desembocadura del Río Pilcomayo; durante todo el trayecto fue hostilizado por los naturales, lo que les obligó a retornar aguas abajo hasta Santi Spiritu, donde encontró a la expedición de Diego García de Mogar, quien tenia propósitos: la búsqueda de la "Ciudad de los Césares".
Luego de descansar unos días, Gaboto y García de Mogar volvieron a retomar la ruta anterior, nuevamente sin resultados positivos.
En agosto de 1535, llega al Rio de la Plata la expedición de Pedro de Mendoza. Este funda los fuertes de "Santa María del Buen Aire", "Corpus Cristi" y " Buena Esperanza". Debido a una enfermedad, Mendoza debe regresar a España, siendo reemplazado por Juan de Ayolas.
En octubre de 1536, Ayolas parte de "Buena Esperanza" en la búsqueda de los famosos tesoros. Durante la travesía, una tormenta destruyó sus naves, lo que les obligó a continuar por tierra bordeando el Paraná hasta El Cerrito, donde comenzó a encontrar aborígenes pacíficos, quienes le acompañaron hasta el Alto Paraná, y donde estableció un fuerte al que llamó "Calendaria".
Desde allí, reemprendió la búsqueda de los metales preciosos, pero fue muerto junto a sus acompañantes por los Payaguaes. Lo reemplazó en el mando Domingo Martínez de Irala.
El 15 de agosto de 1537, Irala y Juan de Salazar fundan la ciudad de "Nuestra Señora de Asunción". Desde Asunción han partido numerosas expediciones que fundaron fuertes y ciudades. Una de ellas, al mando de Juan Torres de Vera y Aragón, funda el 3 de abril de 1588 la ciudad de "San Juan de Vera de las Siete Corrientes".
Las ciudades de Asunción y Corrientes desde sus respectivas fundaciones, tuvieron gran protagonismo en toda la región. Desde ellas partieron expediciones y ejércitos que pretendían dominar a los naturales, especialmente a los chaquenses, ya que los guaraníes eran pueblos pacíficos que siempre se sumaron a las poblaciones blancas nacientes, especialmente por el trabajo de los sacerdotes jesuitas.
En 1632, la Ciudad del Bermejo, y la poblaciones aborígenes que de ella dependían, fueron destruídas por otras naciones autóctonas coaligadas en su contra. Sus pobladores huyeron hacia el levante, nuestra Isla junto con las Guaraca (mal llamadas hoy Huascara o Guascara), fue morada provisoria de los castigados habitantes del interior de estas tierras.
Los pobladores de la ciudad de Concepción del Bermejo -blancos y nativos integrados- se incorporaron a la ciudad de Corrientes; muchos de los de otras poblaciones destruídas se agruparon formando la población de Santa Ana de los Guacaras (actual lugar histórico en la provincia vecina), y otros se diseminaron en varios poblados y reducciones, incluyendo a Itaú.
Cuando en 1775 el gobierno de Corrientes se puso a buscar un lugar que le permitiera pasar al Paraguay sin utilizar el paso de Itatí, se considera muy conveniente uno ubicado frente mismo a la Isla, previendo la utilización de ésta como punta de apoyo y en 1782, luego de haberse fundado en territorio paraguayo el fuerte de Curupaití, se abrió en ese lugar un paso que se llamó del Rey, "por haber sido abierto en su real servicio", y por el cual "pasarían las milicias con que se remedian al fuerte de Curupaiú".
Por ese lugar (el paso del Rey) desde 1782 pasaban hacia el Paraguay el ganado y las reses enviadas desde Corrientes, descansaban los comerciantes en una Isla situada al frente (la Isla del Cerrito), para subir luego la costa paraguaya en pos de Curupaití.
A principios del siglo XIX el paso del Rey fue perdiendo su importancia oficial, por haber sido arrendado a particulares; pero la Isla, punta intermedio no sólo para aquel, sino para todos los centros correntinos y paraguayitos, la mantuvo, prolongándola aún después de la Revolución de Mayo, despertando la codicia de los obrajeros argentinos, en primer término, y de las fuerzas paraguayas, mas adelante.
Fueron precisamente paraguayos y correntinos los que ejercieron desde el siglo pasado una gran influencia en Isla del Cerrito. Durante la Guerra de la Triple Alianza, paraguayos y brasileros se disputaron el lugar; los brasileros lo tuvieron en su poder por varias años, allí anclaban sus barcos.
La guerra terminó en 1870 pero Brasil recién le devolvió a la Argentina en 1876; una isla que es de jurisdicción del Cerrito se llama "Brasilera".
A partir de 1880, familias paraguayas y correntinas pueblan el lugar, en convivencia pacifica. Los correntinos veneran a la Virgen de Itati, los paraguayos a Nuestra Señora del Pilar. Ambas ocupan el altar de la histórica capilla construída en lo alto del "Cerrito", desde donde se destaca y es el símbolo del lugar.
La influencia paraguaya es tal que los festejos patrios y patronales en el vecino país, concurren numerosos pobladores de la localidad. No hay fiestas familiares que no se baile motivos populares guaraníes. Casi todos los bailes de la juventud del pueblo o casamientos cuentan con la animación de conjuntos musicales del Paraguay.
Lo mismo puede decirse respecto a la Provincia de Corrientes; son muchos los cerritanos que tienen parientes en Itatí, San Cosme, Paso de la Patria y Corrientes Capital. Resulta muy curiosa esta relacion en épocas electorales; es muy común el intercambio de votantes: paraguayos que vienen al Cerrito, paraguayos residentes en la localidad que se cruzan a votar allá, correntinos que vienen en épocas de elecciones o cerritanos que van hacia la vecina orilla a emitir su voto.
La riqueza ictícola fundamentalmente y el tipo de clima y suelo fueron los principales atractivos para que los indígenas se afincaran en las zonas ribereñas de los principales ríos y afluentes.
El primer hombre blanco que llegó hasta la Isla fue Alejo García en 1521. García, un sobreviviente de la expedición de Juan Díaz de Solís, motivado por la leyenda de la existencia de una "montaña de oro y plata" en dirección aguas arriba del "Mar Dulce", remontó el Paraná y al llegar a la confluencia, luego de unos días de descanso en el Cerrito, decidió remontar el Río Paraguay, acompañado por numerosos indios guaraníes penetraron la zona del Gran Chaco, pero todos fueron muertos por los payaguaes (chaquenses belicosos).
A comienzos de 1527, llega a éstas tierras el Piloto Mayor de España, Don Sebastián Gaboto quien había partido del puerto de San Lucas de Barrameda con 210 hombres a bordo. Cuando la flota llegó al Río de la Plata, otro sobreviviente de la expedición de Solís -Francisco Del Puerto- le informó que los naturales de la zona sabían de la existencia de oro y plata, en una lejana zona inhóspita a la que se podía lIegar, primero por agua y luego por tierra.
Tentado Gaboto, decide remontar el Paraná luego de fundar un fuerte al que denominó Santi Spiritu (Espíritu Santo), llegando hasta la confluencia el 1° de febrero de 1528.
En la Isla del Cerrito anclan durante quince días, debiendo en ese interín sofocar un motín luego de una discusión con sus lugartenientes sobre la conveniencia de continuar la expedici6n por vía terrestre o fluvial; un cabecilla de la revuelta fue colgado en lo mas alto del terreno, e inmediatamente, Gaboto envía a Miguel de Rigos en misión de reconocimiento del Río Paraguay, penetrando el Bermejo hasta la isla Nacurutú, pero los naturales del lugar (chaquenses) lo obligaron a regresar al Cerrito.
Mientras tanto, otro grupo fue enviado por tierra en busca de víveres; éstos, a cuyo frente se encontraba Luis Ramírez, encontraron una población de indios Guaraníes en una zona llamada Itatinguâ (actual Itatí) los que les brindaron hospitalidad y alimentos para regresar al Cerrito.
Poco tiempo después, el conjunto de la expedición retomó el Río Paraguay, esta vez hasta la desembocadura del Río Pilcomayo; durante todo el trayecto fue hostilizado por los naturales, lo que les obligó a retornar aguas abajo hasta Santi Spiritu, donde encontró a la expedición de Diego García de Mogar, quien tenia propósitos: la búsqueda de la "Ciudad de los Césares".
Luego de descansar unos días, Gaboto y García de Mogar volvieron a retomar la ruta anterior, nuevamente sin resultados positivos.
En agosto de 1535, llega al Rio de la Plata la expedición de Pedro de Mendoza. Este funda los fuertes de "Santa María del Buen Aire", "Corpus Cristi" y " Buena Esperanza". Debido a una enfermedad, Mendoza debe regresar a España, siendo reemplazado por Juan de Ayolas.
En octubre de 1536, Ayolas parte de "Buena Esperanza" en la búsqueda de los famosos tesoros. Durante la travesía, una tormenta destruyó sus naves, lo que les obligó a continuar por tierra bordeando el Paraná hasta El Cerrito, donde comenzó a encontrar aborígenes pacíficos, quienes le acompañaron hasta el Alto Paraná, y donde estableció un fuerte al que llamó "Calendaria".
Desde allí, reemprendió la búsqueda de los metales preciosos, pero fue muerto junto a sus acompañantes por los Payaguaes. Lo reemplazó en el mando Domingo Martínez de Irala.
El 15 de agosto de 1537, Irala y Juan de Salazar fundan la ciudad de "Nuestra Señora de Asunción". Desde Asunción han partido numerosas expediciones que fundaron fuertes y ciudades. Una de ellas, al mando de Juan Torres de Vera y Aragón, funda el 3 de abril de 1588 la ciudad de "San Juan de Vera de las Siete Corrientes".
Las ciudades de Asunción y Corrientes desde sus respectivas fundaciones, tuvieron gran protagonismo en toda la región. Desde ellas partieron expediciones y ejércitos que pretendían dominar a los naturales, especialmente a los chaquenses, ya que los guaraníes eran pueblos pacíficos que siempre se sumaron a las poblaciones blancas nacientes, especialmente por el trabajo de los sacerdotes jesuitas.
En 1632, la Ciudad del Bermejo, y la poblaciones aborígenes que de ella dependían, fueron destruídas por otras naciones autóctonas coaligadas en su contra. Sus pobladores huyeron hacia el levante, nuestra Isla junto con las Guaraca (mal llamadas hoy Huascara o Guascara), fue morada provisoria de los castigados habitantes del interior de estas tierras.
Los pobladores de la ciudad de Concepción del Bermejo -blancos y nativos integrados- se incorporaron a la ciudad de Corrientes; muchos de los de otras poblaciones destruídas se agruparon formando la población de Santa Ana de los Guacaras (actual lugar histórico en la provincia vecina), y otros se diseminaron en varios poblados y reducciones, incluyendo a Itaú.
Cuando en 1775 el gobierno de Corrientes se puso a buscar un lugar que le permitiera pasar al Paraguay sin utilizar el paso de Itatí, se considera muy conveniente uno ubicado frente mismo a la Isla, previendo la utilización de ésta como punta de apoyo y en 1782, luego de haberse fundado en territorio paraguayo el fuerte de Curupaití, se abrió en ese lugar un paso que se llamó del Rey, "por haber sido abierto en su real servicio", y por el cual "pasarían las milicias con que se remedian al fuerte de Curupaiú".
Por ese lugar (el paso del Rey) desde 1782 pasaban hacia el Paraguay el ganado y las reses enviadas desde Corrientes, descansaban los comerciantes en una Isla situada al frente (la Isla del Cerrito), para subir luego la costa paraguaya en pos de Curupaití.
A principios del siglo XIX el paso del Rey fue perdiendo su importancia oficial, por haber sido arrendado a particulares; pero la Isla, punta intermedio no sólo para aquel, sino para todos los centros correntinos y paraguayitos, la mantuvo, prolongándola aún después de la Revolución de Mayo, despertando la codicia de los obrajeros argentinos, en primer término, y de las fuerzas paraguayas, mas adelante.
Fueron precisamente paraguayos y correntinos los que ejercieron desde el siglo pasado una gran influencia en Isla del Cerrito. Durante la Guerra de la Triple Alianza, paraguayos y brasileros se disputaron el lugar; los brasileros lo tuvieron en su poder por varias años, allí anclaban sus barcos.
La guerra terminó en 1870 pero Brasil recién le devolvió a la Argentina en 1876; una isla que es de jurisdicción del Cerrito se llama "Brasilera".
A partir de 1880, familias paraguayas y correntinas pueblan el lugar, en convivencia pacifica. Los correntinos veneran a la Virgen de Itati, los paraguayos a Nuestra Señora del Pilar. Ambas ocupan el altar de la histórica capilla construída en lo alto del "Cerrito", desde donde se destaca y es el símbolo del lugar.
La influencia paraguaya es tal que los festejos patrios y patronales en el vecino país, concurren numerosos pobladores de la localidad. No hay fiestas familiares que no se baile motivos populares guaraníes. Casi todos los bailes de la juventud del pueblo o casamientos cuentan con la animación de conjuntos musicales del Paraguay.
Lo mismo puede decirse respecto a la Provincia de Corrientes; son muchos los cerritanos que tienen parientes en Itatí, San Cosme, Paso de la Patria y Corrientes Capital. Resulta muy curiosa esta relacion en épocas electorales; es muy común el intercambio de votantes: paraguayos que vienen al Cerrito, paraguayos residentes en la localidad que se cruzan a votar allá, correntinos que vienen en épocas de elecciones o cerritanos que van hacia la vecina orilla a emitir su voto.
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